El
2012 se suponía que iba a ser “el año”. El año en el que cumpliría 28 años bajo la
mágica fecha del 12 de Diciembre de 2012, el que además es mi número preferido.
Lejos
de serlo, ha sido el año en el que después de un año y algo buscando trabajo
estable relacionado con mis estudios, conseguí un puesto como Técnico de
Marketing Editorial en una empresa inglesa (premonitorio, por otro lado) que
distribuye libros en inglés en España y Portugal. Tras los 3 primeros meses de
prueba, me hicieron contrato directo con la empresa por otros 3 y con la “promesa”
de, tras finalizar este periodo, hacer un contrato indefinido. Cuando quedaba
un mes, tú, que ya empiezas a sentirte inquieta porque llega la fecha, empiezas
a preguntar que qué va a pasar. A pesar de tu insistencia, no recibes respuesta
durante todo ese mes, mes que pasas muriéndote de los nervios hasta, que media
hora antes, sí, repito, media hora antes de finalizar el contrato, el Director
te llama a su despacho para decirte que lo siente mucho pero que los números no
encajan.
Aguantas
el tirón como puedes en esa media hora de conversación en la que tu cabeza está
flotando y pensando en que acabe esa tortura cuanto antes porque ante todo, se
supone, debes ser profesional, aun cuando lo que te están diciendo es que
vuelves a estar en paro cuando pensabas que por fin podrías llevar una vida normal
de forma indefinida.
Después
de algo así vuelves a ponerte a buscar trabajo, pero te das cuenta de que la
situación está todavía peor que antes de conseguir el trabajo que te había “salvado”.
Vuelves a encerrarte en ti mismo, vuelves a no tener ilusión por muchas cosas y
vuelves a pensar ¿qué es lo que he hecho mal?, ¿qué es lo que estoy haciendo
mal para que no me llamen de ningún sitio?. ¿Es el no tener 3 idiomas?, ¿es que
no les gusta el color de mi pelo?, ¿es que…?, ¡¿qué coño es lo que pasa para
que nadie me llame?!
Desde
mediados de Abril me he estado “comiendo el tarro” dándole vueltas a qué es lo
que falla. Tanto es así, que hace que la rutina que estabas llevando de ir al
gimnasio a pasarte un buen rato con tus compis de “sufrimiento” deje de ser
algo divertido para convertirse en algo que te ves obligado a hacer simplemente
por salir de casa a que te dé el aire. Te cuesta dormir, tienes cada vez
peor humor, lo pagas con quien menos debes y piensas que es que no se ponen en
tu lugar.
Después
de un tiempo, vuelves a retomar la idea de irte de España. Pero no porque
quieras, sino porque te ves obligado a ello, que no es lo mismo. Decisión que
tenías tomada antes de conseguir ese trabajo que te había “salvado”. Te había “salvado”
de irte a otro país en Enero, de separarte de tu familia, de tu novio, de tus
amigos… Y todo vuelve a complicarse.
Se
suele decir que hay gente que nace con estrella y otros que nacen estrellados.
Supongo que no puedo decir que haya nacido estrellada porque las cosas nunca me
han ido mal (en mi casa nunca ha habido problemas graves, mis padres siempre me
lo han dado todo, en el amor como todo el mundo han habido sus más y sus menos
y, profesionalmente he trabajado en empresas muy buenas a nivel internacional
en las que he aprendido mucho), pero desde luego, desde hace unos años mi
estrella me ha abandonado! Sólo me queda esperar a que haya una lluvia de
estrellas y alguna de ellas se quede conmigo…
Por si tarda mucho...ya me he encargado yo de tener alguna siempre cerca ;)